Por eso no es de sorprender que la semana pasada en la mayoría de los periódicos, las primeras noticias en los telediarios y en las emisoras de radio el tema más controversial fuera el titular del nombramiento de la primera jueza “gay” al Tribunal Supremo. Mejor dicho, lesbiana.
La nominación de Maite Oronoz como la primera que admite ser “gay” en el Tribunal Supremo fue la comidilla del día. ¿Gay? ¿Cómo es posible?, decían algunos. “Este país se tiene que joder”, decían otros. “Metió la pata en el tribunal”, decían lo más groseros con el típico doble sentido boricua. Pero para muchos, fue un triunfo. “Un logro”, decían muchos. “!Por fin!” y “Ya era hora”, decían.
En el análisis ante la opinión pública de la nominación de Oronoz no entró en discusión si tiene la capacidad o la preparación académica y profesional, o si vino en parte por esa manía boricua de que los hijos de algún político o miembro de la élite partidista tienen más derecho que los demás, por eso abundan las monarquías con hijos que buscan alcaldías de su padre como Lornna Soto en Canóvanas, la gobernación como Ricky Rosselló o en este caso, una dinastía judicial, siendo la nominada hija de la exjueza del Tribunal de Apelaciones y miembro del Comité de Transición de Alejandro García Padilla, María Dolores “Maggy” Rodríguez de Oronoz.
No. En el caso de Maite Oronoz lo único que importa entre comentaristas radiales, periodistas y analistas es con quién tiene sexo y a quien ama.
Por eso fue que tanto sonó en la cobertura cuando ella agradeció a su pareja Gina Méndez Miró, por su apoyo incondicional. "A mi pareja Gina, gracias... Sin ti yo no estaría aquí", indicó en una frase que para muchos fue vista como imprudente, porque no había necesidad de restregar su lesbianismo en la cara del pueblo que lo ve como una agenda para desviar la atención de otros temas como el paro de empleados públicos. Otros ya dicen que apunta a conflicto porque su pareja trabaja con Bhatia en el Senado. Pero para otros, es un paso trascendental, porque esa nominación hace historia y se da en momentos en que ese Tribunal Supremo tendrá que decidir controversias como el matrimonio entre personas del mismo género, las adopciones por parejas gay y otros derechos.
¿Cuál es el problema en que una figura pública agradezca a su pareja? Casi todos lo hacen. El gobernador agradece y a cada rato menciona a la Primera Dama. Pero, por otro lado, ¿no fue esa frase otra manifestación de la imposición de la llamada agenda gay en Puerto Rico?
Fue hábil, diría que casi perverso, el Gobernador García Padilla con este nombramiento en momentos en que tiene a medio país en contra y a punto de un paro nacional. Es un típico ejemplo de lo que en relaciones públicas se llama estrategia de tirar una bola de humo.
Pero en la vorágine del tema gay se quedan cosas en el aire. Son muchas las preguntas que Oronoz tiene que contestar. La primera: ¿por qué recomendó lo del “cateo patrio” en San Juan? ¿De verdad será una defensora de la comunidad LGBTT en ese foro cuando no se conocía como activista? ¿Cargará la bandera de equidad sólo a favor de los gays como si no existieran otras minorías, incluso más numerosas, como últimamente pasa aquí?
Lo que es indiscutible es que hasta ahora, ha habido un discrimen público hacia la nominada. Evidentemente por ser lesbiana, pero también por ser joven, de la aristocracia jurídica – lo cual representa discrimen a la inversa - e indudablemente por ser mujer. Con los últimos nominados al Supremo esos aspectos casi no surgían, con excepción del juez Estrella. La polémica era más bien por ser estadistas.
Por eso es importante hacer un análisis crítico de los mensajes que los medios difunden. Como consumidores que somos de la radio, la televisión, la prensa y la Internet, tenemos todos que leer los entrelíneas, mirar los discrímenes, los prejuicios y también las bolas de humo en estrategias políticas.
Si viviéramos en un mundo de equidad, quizás leeríamos titulares como: Gobernador straight. Alcalde viejo y calvo. Legislador gordo. Juez negro. Legislador jugador compulsivo. Jefe de agencia flaco y amanerado. Representante “jincho” y alto. Superintendente bajito. Como vivimos en un mundo injusto, perpetuamos las etiquetas que nos separan como sociedad.
Esta columna salió publicada en El Vocero http://elvocero.com/gobernador-straight/#.U5bs2ZtwnZs.twitter
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