La Mesa de Diálogo Martin Luther King y el Seminario Evangélico nos ponen a pensar en la vigencia de su legado. A 56 años de su asesinato, sus palabras retumban en el año electoral en Puerto Rico.
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El lunes 15 de enero se recuerda el natalicio de Martin Luther King. Un hombre pecador, con contradicciones, pero fue un mártir. Nos dio un ejemplo tan inmenso, que su legado sigue vigente hoy, a 56 años de que lo asesinaron para callarlo.
“Cualquiera que acepte pasivamente el mal, está igual de implicado en él como quien ayuda a perpetrarlo. Quien acepta el mal sin protestar en su contra, en realidad está cooperando con él”, dijo Martin Luther King. Y es así de sencillo. Si aceptas la corrupción, aceptas el mal. Oponerte, equivale a lucha, dolor, persecución, calumnias, descrédito y hasta la muerte como le sucedió a él. Pero quien se respete a si mismo, no tiene otra alternativa que no sea combatir el mal.
“No me preocupa el grito de los violentos, de los corruptos, de los deshonestos, de los sin ética. Lo que más me preocupa es el silencio de los buenos”, también dijo el reverendo King.
Parecería como si su voz retumbara en el Puerto Rico del 2024.Esas palabras nos dejan ver el camino a seguir en este año electoral, que lo empezamos precisamente hace unos días con la noticia de la convicción por corrupción de una legisladora que decía ser cristiana y penepé, María Milagros “Tata” Charbonnier.
Esta misma semana en la que se supo que el Departamento de Seguridad Pública usó los edificios de los corruptos y convictos primos del gobernador Pedro Pierluisi – Walter y Eduardo – para hacer campaña política a favor del coronel de la Policía Roberto Rivera Miranda. Y todo, en la misma semana en que ya salen quienes serán los candidatos porque completaron los endosos en esta etapa, de cara a las elecciones de noviembre.
Conversaba esta semana con el profesor Emilio Pantojas García sobre estos temas que tanto nos preocupan, y me invitó a que pase el lunes 15 pase por el evento que hace la Mesa Martin Luther King en el Seminario Evangélico, en Río Piedras.
Uno de los objetivos de este evento me dijo, es que el liderato religioso y social que no suele inmiscuirse en la política ni son candidatos a nada, puedan participar activamente el debate público, presentando una perspectiva y una reflexión que es tan necesaria. No pude estar más de acuerdo con él.
Hace falta urgentemente en la opinión pública gente pensante, que no es corrupta ni son cabilderos ni contratistas como son muchos de los que se llaman cristianos. No. Se trata de gente seria y decente, que tiene la profundidad académica, espiritual y moral para hacernos reflexionar.
Son los que quieren que se rescaten sus verdaderos valores cristianos no para atacar a los homosexuales o a las mujeres, como a veces pasa, sino para presentar una perspectiva de reflexión, basada en el amor al prójimo, el rescate de los más débiles y la denuncia de los pecados que de verdad nos hunden como pueblo. Esos pecados son la corrupción, el discrimen, el abuso de los recursos naturales, la avaricia, y la malversación del patrimonio nacional, por mencionar los más críticos de todos.
“En Puerto Rico la corrupción y la avaricia se han convertido en criterios regentes de la política pública. Los procesos de privatización de los servicios públicos como la salud y la energía eléctrica han resultado en el deterioro de la calidad de vida de los envejecientes, los enfermos, la niñez y los sectores empobrecidos. Son los vulnerables”, me dijo el profesor Pantojas García. No pude estar en mayor acuerdo con él.
Yo no soy evangélica ni tengo nada en contra de los que sean creyentes de cualquier fe, pero sí creo que es urgente detener los males que nos arropan. Hay tanta desinformación y se gastan tantos millones de fondos públicos en propaganda, que es hora de que se empiece a separar, como dice la cita bíblica, el grano de la paja.
En las elecciones del 2020 la Mesa de Diálogo Martin Luther King participó con el mensaje de “vota sin colores” en contra del bipartidismo dominante, responsable de la crisis social, política, económica y moral que impera en el país. Para estas elecciones del 2023, participará en la discusión pública presentando la cara del cristianismo que rescata, incluye, restituye y sana.
“Nos proponemos dejar claro que Jesús anduvo con los más vulnerables, los publicanos arrepentidos, las trabajadoras sexuales. Creemos en un Jesús de amor, paz y verdad, no en un Dios condenador y recriminador. El nuestro es el Dios del perdón, no de la condena, el de la verdad y la rectitud, no el de la conveniencia y el lucro”, me dijo el profesor Pantojas García.
También me citó a Martin Luther King cuando decía que “La esperanza de un mundo seguro y habitable recae en disciplinados inconformistas que se dedican a la justicia, la paz y la fraternidad”.
Y yo pensé que ese fue el mensaje que dejó también Martin Luther King. Recurro a sus citas que tanto me conmueven como cuando dijo: “Debemos construir diques de coraje para contener la avalancha de miedo”, porque como bien dijo, “Sin importar cuán difícil sea el momento, sin importar cuan frustrante sea la hora, no tomará mucho tiempo, porque ‘la verdad aplastada se levantará otra vez’”.
Martin Luther King vino a Puerto Rico en cuatro ocasiones. Fue en uno de esos viajes aquí donde primero se pronunció en contra de la guerra de Vietnam y contra la pobreza. Más allá de oponerse al discrimen racial a través de medios no violentos, denunciaba muchos de los males que todavía nos afectan.
El día antes de que lo mataran, Martin Luther King dio un discurso en una
iglesia de Memphis que para mí es el más importante de toda su vida. Se tituló
“I’ve
been to the mountaintop” y lo traduzco porque sigue igual de vigente:
“Bueno, no sé qué pasará ahora; Tenemos algunos días difíciles por delante. Pero ahora realmente no me importa, porque he estado en la cima de la montaña. Y no me importa. Como a cualquiera, me gustaría vivir una vida larga; la longevidad tiene su lugar. Pero eso ya no me preocupa. Sólo quiero hacer la voluntad de Dios. Y Él me permitió subir a la montaña. Y miré y vi la Tierra Prometida. Puede que no llegue allí contigo. Pero quiero que sepan esta noche que nosotros, como pueblo, llegaremos a la Tierra Prometida. Y por eso estoy feliz esta noche; No me preocupa nada; No temo a ningún hombre. Mis ojos han visto la gloria de la venida del Señor”.
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