Periodista independiente en Puerto Rico

Thursday, September 18, 2025

¿Se erosiona la libertad de prensa en Estados Unidos?: Un espejo para Puerto Rico (Análisis)

La suspensión del show de Jimmy Kimmel en ABC y de Stephen Colbert en CBS son señales de la represión a la libertad de prensa y expresión. ¿Qué pasa en Puerto Rico?

Jimmy Kimmel y Stephen Colbert, dos bajas en la TV estadounidense ante el clima de censura que se impone (Foto Getty)

Publicado en Substack con audio

La represión se cierne sobre los Estados Unidos de Norteamérica, y, por ende, en su colonia caribeña en Puerto Rico. Lo primero que quieren dominar es el derecho a expresarse libremente, violando así la Primera Enmienda de la Constitución de EEUU y la Carta de Derechos de la Constitución del ELA.

La suspensión indefinida anoche del programa Jimmy Kimmel Live! en la cadena ABC, tras los comentarios del comediante sobre la muerte del activista de derecha Charlie Kirk, ha desatado un debate que va mucho más allá del entretenimiento nocturno.

Se suma además, a la cancelación ya anunciada del Late Show with Stephen Colbert en CBS/Paramount, prevista para mayo de 2026. En conjunto, estas medidas parecen delinear un patrón inquietante: la moderación del discurso crítico hacia el presidente Donald Trump y sus aliados durante su segundo mandato.

Aunque los ejecutivos de las cadenas han atribuido estas decisiones a factores financieros o de sensibilidad editorial, la coincidencia temporal con un ambiente político cada vez más hostil hacia la prensa crítica despierta sospechas. La intervención del presidente de la FCC en el caso Kimmel, por ejemplo, deja entrever un uso estratégico del aparato regulatorio para moldear lo que puede o no transmitirse en televisión abierta.

REACCIONAN LOS PERIODISTAS

En su monólogo del lunes por la noche, Kimmel afirmó que la "pandilla MAGA" intentaba ganar puntos políticos con el asesinato de Kirk. "El fin de semana tocamos fondo con la pandilla MAGA intentando caracterizar al chico que mató a Charlie Kirk como algo más que uno de ellos", declaró Kimmel. Esto bastó para que el presidente de la Comisión Federal de Comunicaciones (FCC), Brendan Carr, amenazara a todos los medios.

Carr advirtió de posibles consecuencias si no se actuaba para detener a quien opine distinto. Habló de “revitalizar” el "estándar de interés público" de la FCC, amenazó a las empresas mediáticas de que tienen que cumplir con reglamentos, dijo que figuras como Joy Ann Reid, Stephen Colbert y Terry Moran se excedían, y que el presidente Donald Trump se enfrentó con éxito a figuras históricas de los medios y que "su control sobre la narrativa está flaqueando". ¿Suena parecido a lo que pasa aquí en Puerto Rico? Así es.

Para el periodista independiente norteamericano Matt Taibbi, el programa de Kimmel venía bajando en audiencias por concentrarse sólo en defender a los demócratas. Sin embargo, advirtió que las declaraciones del jefe de la FCC, “abren una caja de Pandora”.

“Ante la desaparición orgánica de los medios tradicionales, algo, que sin duda, está ocurriendo, y además a la velocidad del rayo, no puede ser una historia sin empañar. Lo que Carr describió reimaginaría a la FCC como un regulador de la prensa con un rol de árbitro de la verdad, al estilo de la odiada OfCom británica. Eso parece un gran salto desde la situación de la Administración en febrero, cuando J.D. Vance arremetió contra los europeos en Múnich por olvidar los principios básicos de la democracia, incluyendo la "libertad... de cometer errores”, dijo Taibbi en la plataforma de Substack.

Mientras que para el periodista independiente y abogado Aaron Parnas, la paradoja es sorprendente: los grupos que denuncian la "cultura de la cancelación" la han practicado a gran escala. El resultado es un ecosistema mediático limitado donde solo sobrevive el discurso seguro y desinfectado, y el público se ve privado de todo el espectro de perspectivas.

“El caso de Jimmy Kimmel Live no se trata solo de un presentador de un programa nocturno ni de una sola decisión corporativa. Es una clara señal de alerta sobre la fragilidad de los cimientos de la libertad de expresión en los Estados Unidos. La capacidad de debatir, criticar y discrepar es la esencia de la democracia. Suprimirla, ya sea por parte de censores gubernamentales o de los guardianes corporativos, amenaza la infraestructura misma de una sociedad libre”, dijo Parnas.

“Hoy es Jimmy Kimmel. Mañana, podría ser cualquier voz que se atreva a traspasar los límites trazados por quienes ostentan el poder”, agregó.

¿TOTALITARISMO EN CIERNES?

Hablar de un sistema totalitario en los Estados Unidos puede parecer excesivo: no existen, al menos por ahora, censura directa estatal, encarcelamientos de periodistas o clausuras sistemáticas de medios opositores, como ocurre en regímenes autoritarios. Sin embargo, lo que sí observamos es una presión indirecta pero efectiva.

Los medios se enfrentan al dilema de autocensurarse para no perder anunciantes, licencias o fusiones estratégicas, o arriesgarse a sanciones políticas y económicas. El resultado es un enfriamiento del debate público, donde ciertas críticas pierden espacio y las voces disidentes quedan relegadas a plataformas más marginales.

A nivel local hay una estrategia bien delineada de los gobiernos para controlar a la prensa, desde el Verano del 2019. Lo podemos ver de esta manera:

1) Uno es mediante la pauta de anuncios de gobierno, que para los medios corporativos es un salvavidas ante la baja en la publicidad regular.

2) Otra estrategia es financiar la “creación” de medios digitales o podcasts, que son dirigidos por los cabilderos y contratistas del gobierno, y se proyectan como “medios” pero en realidad operan como gacetas pro-gobierno al estilo del periódico Granma en Cuba.

3) La otra alternativa es impedir el acceso a documentos e información pública, lo que hace que medios tengan que demandar en los tribunales. El Centro de Periodismo Investigativo y periodistas independientes como José Luis de Prensa Comunitaria son entre los que más tienen que demandar en los tribunales para lograr acceso a documentos públicos.

4) Otra estrategia es radicar piezas legislativas o leyes que impidan el libre ejercicio del periodismo. Un ejemplo fue la mal llamada ley “Fake news” que la ACLU impugnó a nivel federal y venció. Esta ley ponía, en un reportero, ya sea de los medios corporativos, ya fuera reportero independiente o incluso blogueros, sobre su cabeza el temor de que los acusen criminalmente de divulgar información, y

5) Las campañas de descrédito en los medios cooptados por el gobierno y en las redes sociales para intentar silenciar (infructuosamente) a periodistas. Esto incluye el asfixiar a medios regionales.

OTRAS CONSECUENCIAS PARA PR

Todas estas tendencias por las que brinca hoy la prensa en Estados Unidos están operando en Puerto Rico hace rato. Pero aquí la tendencia es más peligrosa.

Aquí, la dependencia de los medios respecto a grandes conglomerados y la publicidad gubernamental ya configura un ecosistema mediático vulnerable, como hemos venido investigando hace años (ver el libro “Para entender los medios de comunicación en Puerto Rico” o su versión original en inglés “The News Media in Puerto Rico: Journalism in colonial Settings and in Times of Crisis”).

La vulnerabilidad de los medios locales se debe a varios asuntos.:

1) Uno es la dependencia que tienen los medios corporativos grandes de donantes y anunciantes, lo que los hace susceptibles a presiones económicas similares.

2) Otro es el marco legal. Aquí se supone que impere la libertad de prensa garantizada por la Constitución de Estados Unidos y del Estado Libre Asociado, pero hay factores como concentración mediática, dependencia de contratos públicos, publicidad gubernamental que puede ejercer presión indirecta.

3) Lo que en Estados Unidos se manifiesta como presión regulatoria, en la Isla opera a menudo como mafia institucional, donde hay alianzas entre intereses corporativos y políticos deciden quién tiene voz y quién no.

4) Autocensura local: Periodistas o medios independientes podrían sentirse presionados a “no salir del molde” para evitar represalias comerciales, legales, pérdida de acceso, o boicot de anunciantes.

5) Erosión de diversidad de voces: Esto puede llevar a que voces críticas, minoritarias o disidentes tengan menos espacios, lo que es peligroso para democracia local.

Si los comediantes, comentaristas y periodistas más influyentes de la televisión estadounidense pueden ser silenciados por cuestionar a figuras del poder, ¿qué queda para los periodistas puertorriqueños que ya trabajamos con presupuestos reducidos, presiones partidistas y un mercado concentrado? La respuesta apunta a un escenario de mayor autocensura, pérdida de diversidad de voces y un periodismo cada vez menos independiente.

LO QUE ESTÁ EN JUEGO

Lo que ocurre hoy con Kimmel y Colbert no es un asunto anecdótico. Es un laboratorio de cómo los gobiernos y corporaciones pueden moldear la esfera pública sin necesidad de decretar censura explícita. Para Estados Unidos, esto significa una erosión lenta pero sostenida de la confianza en los medios y en la pluralidad democrática. Para Puerto Rico, significa la posibilidad de un cierre aún más radical del espacio público, donde la crítica genuina se convierta en un lujo y no en un derecho.

La libertad de prensa no suele morir de golpe. Se desgasta entre silencios impuestos, contratos publicitarios condicionados y presiones regulatorias. Lo que hoy parece una simple “decisión empresarial” puede ser mañana el punto de no retorno.

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