Periodista independiente en Puerto Rico

Wednesday, September 11, 2013

La noche está pa' un philly

 
“La noche está pa’ un philly…la noche está pa’ wippy, pa’ fumal creppy”, canto, e inevitablemente trato de aguantar los deseos incontrolables de contorsionar las caderas al ritmo cadencioso de una música que empezó en cuartos oscuros como perros ocultos,  pero ahora gana Grammys, aunque ya no venda discos. Al pensar en la marihuana, el philly, el creepy, el gallo o lo como le quieran llamar, recuerdo la canción del regguetonero Don Omar en la que se invita a pasarla bien en una noche de guerra, en una buena disco.
 
A decir verdad, nuestra música siempre refleja caras que no queremos admitir de nuestra historia y que pretendemos ocultar tildándolos de cafres. Lo descartamos como si eso tapara el cielo con la mano.  Pasó igual con el sonero mayor, Ismael Rivera en su oda a la violencia doméstica cuando cantaba “Si te cojo coqueteándole a otro, ya verás que trompada te vo’ a pegar,”, canción que tantos entonaban quizás golpeando a sus parejas en el Puerto Rico que dice ser pacífico pero es profundamente violento.
 
Será vulgar y cafre, pero ese regguetón de Don Omar relata una verdad indiscutible y que las estadísticas confirman: Hay muchos a los que les gusta la marihuana en Puerto Rico y por eso es un mercado estimado en $409 millones al año.
No se puede negar el efecto que tiene el uso de drogas en nuestro país, donde las estadísticas de ASSMCA apuntan a que cerca del cinco por cierto de nuestra población es adicta y dependiente a una droga ilegal. Tampoco se puede negar que hay una vinculación estrecha entre el uso de drogas, la industria del narcotráfico y la violencia que esto crea. En la última década sobre 15,000 personas han sido asesinadas, en su mayoría por el negocio de las drogas.  En lo que va de año vamos por casi 600 asesinatos y muchos eran en casos de drogas. Yo comparo lo que pasa en Puerto Rico como con un alcohólico que no quiere reconocer su problema como primer paso para poder solucionarlo.


El narcoestado en el vivimos es una realidad que no se puede ocultar. Entonces, cuando vienen propuestas de hablar del tema de algún tipo de despenalización de la droga, vienen los ataques, las peleas estériles y no se hace un verdadero acto de reconocer que esta industria del narcotráfico nos cuesta muchos millones y arrebata miles de vidas.
La propuesta del senador Miguel Pereira de descriminalizar la posesión y uso de pequeñas cantidades de marihuana ha provocado lo peor en sectores tradicionalistas que no reconocen la necesidad de que hagamos algo distinto para enfrentar el problema de las drogas.
Empero, hay que reconocer lo que plantean los que se oponen a la legalización de la marihuana, de que esta droga es casi siempre la entrada al uso de drogas más potentes. No hace falta estudio empírico porque con escuchar las historias de adictos uno sabe que por ahí empezaron. Pero por otro lado, los que se oponen a la legalización tienen que reconocer que de alguna manera hay que detener el crecimiento de este mercado y que el gobierno pueda ganar los dineros (millones) que se ganan los narcos.
El problema que tengo con el proyecto del Senado 517 de Pereira no es el concepto – con el cual estoy de acuerdo – sino que opino que para que tenga éxito debe ir de la mano con toda una política pública que cambie la manera de ver al adicto. Que no vea al adicto como un criminal sino como un enfermo que necesita ayuda. Y esa política pública que debería ser salubrista, debe también ir de la mano con una campaña educativa amplia.
Ese ha sido el éxito en lugares como Portugal, que hasta ahora tiene el modelo más agresivo porque legalizó en el 2001 no sólo la marihuana sino la cocaína y heroína pero va de la mano con campañas anticonsumo y tratamiento médico. Hoy en Portugal el crimen ha bajado y el nivel de infección HIV. Y más que usar el ejemplo de Portugal o el que siempre mencionan de Holanda, le presto atención a lo que legisló Uruguay hace un mes al convertirse en el primer país del mundo en asumir el control de todo el negocio, al legalizar no sólo el uso sino la producción y venta de cannabis. En fin, lo que discutimos aquí en Puerto Rico no está ajeno a la discusión en otras partes del mundo en donde reconocen que hay que enfrentar el monstruo de la droga de forman distintas.
Hay que eliminar lo lucrativo del negocio de las drogas, y atender el problema como uno de salud en el que se nos va la vida. Por desgracia, veo que terminaremos en discusiones superficiales y estúpidas que no llegan a nada sin admitir que hay que hacer un cambio radical para lograr cosas distintas. Así lo pienso yo, como diría Don Omar, “Es una noche de guerra… Así hasta abajo soy yo…Hasta abajo”.
 
 

Esto lo acaban de publicar en El Vocero, hoy 11 de septiembre de 2013 - http://www.vocero.com/la-noche-esta-paun-philly/

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